La paradoja del Oxigeno. Hacia el origen de la enfermedad.
Con frecuencia los médicos somos interrogados por nuestros pacientes sobre este tema, siendo nuestras respuestas más influidas por la mercadotecnia que por el conocimiento exacto y a Conciencia de los aspectos bioquímicos y fisiológicos relacionados con el Estrés oxidativo y sus determinantes: los Radicales libres y los Antioxidantes. Intentando evitar el tecnicismo, el oxígeno es un elemento crucial para nuestra vida, ya que por medio de la respiración, e impulsado por la actividad del corazón, es enviado a través de la sangre a las diferentes células para generar entre otras cosas, ENERGIA, en un organela llamada mitocondria, que es el motor de la célula, posibilitando el funcionamiento normal del cuerpo. Desafortunadamente, este oxígeno que nos da vida, también nos va oxidando poco a poco cual metal a la intemperie, envejeciéndonos, debido a que en ese proceso, a modo de “motor de combustión”, también se generan productos de desecho, como los Radicales libres, moléculas que al carecer de un electrón, deben sustraerlo de otra célula, generando una reacción en cadena con inestabilidad y daño a nivel celular, especialmente sobre la membranas celulares y el ADN. Cuerpo y Mente Se estima que cerca del 5 % del oxígeno consumido en una célula, llega a formar Radicales libres por trabajo de nuestro propio metabolismo, pero también se producen tras fumar, alta carga de estrés, inhalar humos producto de la polución ambiental, radiación, practicar deporte, especialmente de larga duración y/o intensidad, etc. A medida que producimos más energía, más radicales libres se generan. Para contrarrestar el efecto nocivo de los radicales libres, tenemos defensas naturales: las llamadas Enzimas antioxidantes, que a modo de ejército reparan los daños ocasionados en la célula. Aunque tremendamente efectivos, estos mecanismos de defensas pueden ser sobrepasados, sobreviniendo en muchos casos la enfermedad. Desde tumores, consecuencia de la destrucción de genes específicos que no permiten su formación; infartos cardiacos, por oxidación de las grasas en los vasos sanguíneos favoreciendo que las placas de colesterol se vuelvan inestables y al romperse generen un trombo; enfermedades neurodegenerativas como Parkinson, Alzhéimer o en Artritis reumatoide y un abultado etc. Explicado esto podemos establecer que ESTRÉS OXIDATIVO es el desequilibrio entre la producción de Radicales libres y los sistemas de defensas que luchan contra estos. El persistente y mantenido ataque que producen ciertas afectaciones, ya sea de agentes internos como externos, generan una excesiva producción de Radicales libres inclinando la balanza a presentar un Estrés Oxidativo Alto. Es importante tener en cuenta que los Radicales libres tienen un papel doble en nuestro organismo, puesto que también son producidos por las células de defensa de nuestro cuerpo utilizándose para combatir contra virus, bacterias, etc. Por lo que no es posible ni deseable eliminarlos completamente. De aquí surgen los Antioxidantes, moléculas incorporadas a nuestra dieta diaria por medio de vitaminas y otros nutrientes naturales, que en conjunción con las Enzimas antioxidantes, permiten combatir el Estrés Oxidativo, aportando ese electrón faltante a las moléculas, estabilizándolas consecuentemente y evitando el daño a la unidad básica de nuestro organismo que son las células. Estos Antioxidantes, aportados por una dieta normal, constituyen la alimentación ideal pero en múltiples situaciones a lo largo de nuestras vidas pueden ser insuficientes cuando se trata de anular los astronómicos números de Radicales libres que producimos, sumado que a medida que envejecemos, las Enzimas antioxidantes que nos protegen, van disminuyendo y por ende, también nuestra capacidad de defensa.
Particular interés reviste este tema en los Deportistas. Sabemos que cerca de un 5 % del oxígeno consumido por la célula llega a formar Radicales libres y considerando que durante la práctica deportiva se consumen altas proporciones de oxígeno, la producción de Radicales Libres se multiplica exponencialmente, influyendo en éste, en el aumento de sustancias tipo adrenalina, la producción de lactato y hasta el daño secundario a la repetida flexión del músculo con su consecuente reacción inflamatoria crónica. Paralelamente, la actividad física regular en deportistas entrenados, mejora la actividad antioxidante del organismo, evitando que los Radicales libres se acumulen y dañen las células. Este equilibrio se ve muy alterado cuando existe fatiga intensa y sobre entrenamiento, como también cuando personas no entrenadas realizan actividad física extenuante, inclinando la balanza hacia un Estrés Oxidativo muy alto . Para contrarrestar este efecto deletéreo en nuestros organismos se ha propuesto suplementaciones con antioxidantes. Los datos de diferentes estudios son contradictorios, especialmente en prácticas de deporte regular, aunque la mayoría de expertos los recomiendan a sus deportistas en caso de altos niveles de exigencia física y mental, sobre todo cuando la dieta rica en antioxidantes es insuficiente. Queda muy claro que estos suplementos no ejercen ningún efecto ergogénico (incremento del rendimiento). En conclusión, podemos afirmar en base a toda la bibliografía que existe, que una dieta rica en frutas, verduras y cereales integrales, combinada con cargas de ejercicio adecuadas, que eviten el sobreentrenamiento, es la mejor opción para mantener un nivel normal de antioxidantes, tanto en deportistas como en personas físicamente activas, para evitar el Estrés Oxidativo y con ello retrasar el envejecimiento, reducir el riesgo de presentar lesiones, infecciones, Alzhéimer o Parkinson, tumores o hasta eventos cardiovasculares ..